(CUENTO)
FEDERICO SANCHEZ CRUZ
Eran más o menos los años de mil novecientos cuarenta. Yo
andaba en los veinticinco- muchacho como tu - que algún día también contarás a
tus hijos lo que en esta noche te voy a relatar. Tu padre nació acá en
Morropón. Recuerdo que en este pueblo se vivía de la agricultura y de los
animalitos que podíamos criar, eso si, bien comidos para poder trabajar de seis
a seis; buena carne, cinco panes por medio, leche fresca y pura… No nos
podíamos quejar. Un se divertía sanamente en los chicheríos y en las fiestas del
pueblo. “Chamaquito”, “San Isidro” y la “Virgen del Carmen” eran fiestas muy
mentadas en donde no faltaban la “cumanana” y el “tondero” a golpe de arpa y
guitarra. La gente se amontonaba en el centro de la plaza o alrededor del
chicherío a ver bailar o escuchar los contrapuntos entre los cumananeros más
famosos, unos morropanos y otros forasteros… ¡Esos negros si que sabían cantar!
Recuerdo bien que eran las cuatro de la tarde cuando unos
churres que venían por el lau del colegio “Mogollón” entraron por la calle
Buenos Aires, temblando, asustadísimos y con gritos que casi nadie les
entendía… e…e…el…cu…cu…curi…curita… e…e…el…cu…cu…curi… curi…curita. Muchas
mujeres los llamaron, los hicieron sentar debajo de una ramada, les dieron agua
con azúcar, los limpiaban con hierba del susto y cún-cún hasta que se tranquilizaron
y dieron la noticia de haber visto muerto al cura. Cerca de la quebrada
“Sondorillo”, camino por la trocha en donde los matorrales de overal, guayacán
y papelillo se levantan como las nubes de marzo; allí se habían escondido los
facinerosos y al curita que venía de celebrar la misa en honor a la Virgen de
Pacaipampa, seguramente porque venía con botas, látigo, caballo y buen
sombrero, lo confundieron con hacendado y lo asaltaron – Y como se resistió lo
mataron, mochándole la cabeza. Esta noticia llego como la tempestad a todos los
pueblos y penetró como penetra la humedad del aguacero serrano. La gente no
hacía más que comentar este horrible crimen y se pusieron muy asustados,
pensando en que Dios mande una maldición a todo el pueblo. Las tertulias y los
rezos eran interminables. Se hizo nueve días de duelo, por que así se
acostumbra – Usted hubiera estado en esos rezos todo era tristeza, era más
tristeza cuando se cantaba la “Salve de las vacas”; la gente lagrimeaba al
repetir el pedacito ese…¡Salve, Salve salve, Purísima madre!. Se recorrió en
procesión a Chabaquito y se pedía castigo para los culpables…Recuerdo clarito
como en los chicheríos mas famosos,a gope de atapa y madrugada, se escuchaban
los versos:
El que asesinó al curita
faltando a la religión
no merece ni el perdón
de la Santa Virgencita
…el que asesinó al curita
Los malditos criminales
delincuentes corrompidos
por el crimen cometido
recibirán muchos males
…los malditos criminales
Desde que sucedió esa desgracia y por mucho tiempo, todos
los muchachos teníamos miedo pasar por allí. Los agricultores que salían de sus
parcelas, apuraban sus bestias antes que oscurezca y los gane la noche. Los
mayores nos tenían advertidos que el “cura cabeza mocha” aparecía colgado entre
las ramas de un overal, llamando a la Virgencita y pidiendo justicia. Allí está
Marcial “Chilingo” que se fue a la leña y cuando le dio hambre fue a buscar la
“gata” para comer y halló la portavianda vacía y todavía bien lavadita;
lueguito sintió frío por todo el cuerpo, y antes que el curita lo atrape pegó
la carrera dejando leña, hacha y burro.
Pasando la “pampa el gol”, cerca de la quebrada Sondorillo
hay una pequeña loma donde antes se huaqueaba en Semana Santa. Al lado del
camino, unas piedras grandes simulan un mausoleo o dan forma a una tumba con
una torcida cruz de hualtaco. Algunos paisanos al pasar por allí, suelen
ponerle una velita, un ramo de flores, una moneda antigua o rezar una oración
por el alma del curita.
Y que cree, mi’jo, no ajustó ni un mes de muerto el cura,
para que cayera Isidoro. Abatido por no sé cuantos balazos en ese caminito que
va rumbo al “chorro”. La persecución había sido por varios días desde cruz de
caña, entrando por Chulucanas y pasando por el Cerro “Pilán” para llegar a
Morropón en donde al pobre lo abandonaron el caballo, las fuerzas y las balas.
Mucha gente vio agonizar a Isidorito y ellos me darán su
palabra pues para que se pueda morir tuvieron que triturarle y rasgarle el
pellejo como quien pela un chivo, porque debajo del cuero tenia imágenes de
muchos santos que le impedían morir.
A espaldas de colegio “Miguel Grau”, hay un pequeño mausoleo
hecho de cemento, empolvado y con una vieja cruz de corazón de algarrobo, allí
la gente suele velar; pero que raro mi’jo; la vela la prenden por el “culito”.
Un día pregunté a un curioso y me contestó que esto lo hacen las personas para
hacer daño a otras, llevan su fotografía, la velan de esta forma y piden al
ánima les haga ese “favor” … en fin… eso dice la gente...
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