lunes, 10 de agosto de 2015

CUENTO MORROPANO: EL CURA CABEZA MOCHA

 (CUENTO)

FEDERICO SANCHEZ CRUZ

Eran más o menos los años de mil novecientos cuarenta. Yo andaba en los veinticinco- muchacho como tu - que algún día también contarás a tus hijos lo que en esta noche te voy a relatar. Tu padre nació acá en Morropón. Recuerdo que en este pueblo se vivía de la agricultura y de los animalitos que podíamos criar, eso si, bien comidos para poder trabajar de seis a seis; buena carne, cinco panes por medio, leche fresca y pura… No nos podíamos quejar. Un se divertía sanamente en los chicheríos y en las fiestas del pueblo. “Chamaquito”, “San Isidro” y la “Virgen del Carmen” eran fiestas muy mentadas en donde no faltaban la “cumanana” y el “tondero” a golpe de arpa y guitarra. La gente se amontonaba en el centro de la plaza o alrededor del chicherío a ver bailar o escuchar los contrapuntos entre los cumananeros más famosos, unos morropanos y otros forasteros… ¡Esos negros si que sabían cantar!
Eso si, en la fiesta aparecían los “Pitingo” o Froilán Alama o Isidoro, seguro que había muerto, pues esos que te estoy mentando eran pistoleros muy respetaus y muy famosos, el que menos les tenía miedo… ¡Esos eran hombres!... Después de una pausa y una mirada esquiva, continua el relato. Sus ojos se inquietan para escudriñar entre la quincha de varas de guayaquil como si entre ellas se ocultaran los osados personajes. Por culpa de ellos y de muchos bandoleros, los caminos se habían vuelto peligrosos. A la pobre gente que bajaba con sus piaras de la sierra para hacer sus compritas siempre los asaltaban y les quitaban su platita… No se… el hecho es que asaltaban y a veces hasta mataban y la gente comentaba a escondidas que ellos robaban para ayudar a los pobres Los asaltos iban y venían y la gente siempre pendiente Quienes eran los que se escondían cerca al cerro “Pilán” por el camino que conduce a Chulucanas y los caminos que van a la sierra.
La noche anterior aullaron los perros y corrían de un lado para otro, la lechuza hizo bulla en los techos y se revoloteó por toda la iglesia. Cerca de la quebrada de Sondorillo se asustaron las soñas y mi mamá pasó la noche sentada en la barbacoa pensando que algo malo iba a pasar. De vez en cuando cogía el rosario y las estampitas y les rezaba en voz baja. Hasta que aparecieron los primeros rayos de luz del día naciente. Ese día fue muy raro, opaco como suelen ser los días de desgracia…Creo que fue “Domingo siete”.
Recuerdo bien que eran las cuatro de la tarde cuando unos churres que venían por el lau del colegio “Mogollón” entraron por la calle Buenos Aires, temblando, asustadísimos y con gritos que casi nadie les entendía… e…e…el…cu…cu…curi…curita… e…e…el…cu…cu…curi… curi…curita. Muchas mujeres los llamaron, los hicieron sentar debajo de una ramada, les dieron agua con azúcar, los limpiaban con hierba del susto y cún-cún hasta que se tranquilizaron y dieron la noticia de haber visto muerto al cura. Cerca de la quebrada “Sondorillo”, camino por la trocha en donde los matorrales de overal, guayacán y papelillo se levantan como las nubes de marzo; allí se habían escondido los facinerosos y al curita que venía de celebrar la misa en honor a la Virgen de Pacaipampa, seguramente porque venía con botas, látigo, caballo y buen sombrero, lo confundieron con hacendado y lo asaltaron – Y como se resistió lo mataron, mochándole la cabeza. Esta noticia llego como la tempestad a todos los pueblos y penetró como penetra la humedad del aguacero serrano. La gente no hacía más que comentar este horrible crimen y se pusieron muy asustados, pensando en que Dios mande una maldición a todo el pueblo. Las tertulias y los rezos eran interminables. Se hizo nueve días de duelo, por que así se acostumbra – Usted hubiera estado en esos rezos todo era tristeza, era más tristeza cuando se cantaba la “Salve de las vacas”; la gente lagrimeaba al repetir el pedacito ese…¡Salve, Salve salve, Purísima madre!. Se recorrió en procesión a Chabaquito y se pedía castigo para los culpables…Recuerdo clarito como en los chicheríos mas famosos,a gope de atapa y madrugada, se escuchaban los versos:

El que asesinó al curita
faltando a la religión
no merece ni el perdón
de la Santa Virgencita
…el que asesinó al curita

Los malditos criminales
delincuentes corrompidos
por el crimen cometido
recibirán muchos males
…los malditos criminales


Desde que sucedió esa desgracia y por mucho tiempo, todos los muchachos teníamos miedo pasar por allí. Los agricultores que salían de sus parcelas, apuraban sus bestias antes que oscurezca y los gane la noche. Los mayores nos tenían advertidos que el “cura cabeza mocha” aparecía colgado entre las ramas de un overal, llamando a la Virgencita y pidiendo justicia. Allí está Marcial “Chilingo” que se fue a la leña y cuando le dio hambre fue a buscar la “gata” para comer y halló la portavianda vacía y todavía bien lavadita; lueguito sintió frío por todo el cuerpo, y antes que el curita lo atrape pegó la carrera dejando leña, hacha y burro.
Pasando la “pampa el gol”, cerca de la quebrada Sondorillo hay una pequeña loma donde antes se huaqueaba en Semana Santa. Al lado del camino, unas piedras grandes simulan un mausoleo o dan forma a una tumba con una torcida cruz de hualtaco. Algunos paisanos al pasar por allí, suelen ponerle una velita, un ramo de flores, una moneda antigua o rezar una oración por el alma del curita.
Y que cree, mi’jo, no ajustó ni un mes de muerto el cura, para que cayera Isidoro. Abatido por no sé cuantos balazos en ese caminito que va rumbo al “chorro”. La persecución había sido por varios días desde cruz de caña, entrando por Chulucanas y pasando por el Cerro “Pilán” para llegar a Morropón en donde al pobre lo abandonaron el caballo, las fuerzas y las balas.
Mucha gente vio agonizar a Isidorito y ellos me darán su palabra pues para que se pueda morir tuvieron que triturarle y rasgarle el pellejo como quien pela un chivo, porque debajo del cuero tenia imágenes de muchos santos que le impedían morir.

A espaldas de colegio “Miguel Grau”, hay un pequeño mausoleo hecho de cemento, empolvado y con una vieja cruz de corazón de algarrobo, allí la gente suele velar; pero que raro mi’jo; la vela la prenden por el “culito”. Un día pregunté a un curioso y me contestó que esto lo hacen las personas para hacer daño a otras, llevan su fotografía, la velan de esta forma y piden al ánima les haga ese “favor” … en fin… eso dice la gente...

CUENTO MORROPANO : LA SERPIENTE DE ORO

LA SERPIENTE DE ORO
Sra ELISA RUIZ CARRASCO
Había una vez, un hombre llamado Serapio aproximadamente de unos 70 años, Muy aficionado a la cacería de venados. Tenía un perro llamado “Amigo”, por cierto, su fiel amigo inseparable.
Un buen día y como de costumbre preparó su vieja escopeta, se puso sus polainas, su ropa remendada y su sombrero de junco, llamó a su fiel “Amigo” y echó a caminar llevando sobre sus hombros la escopeta y su alforja hecha de pabilo, la cual le servía para cargar su fiambre y su calabaza con agua para el día. Don Serapio era un hombre solo, sin familia, en la casa solo le acompañaba su perro, nunca tuvo hijos, el tiempo y los años lo fueron doblegando, sus ojos ya estaban empañados y marchitos pero con la mirada firme y segura. Se dirigió hacia el “jagüey”, ahí donde los animales salvajes que habitan en el cerro aplacan su sed. Un lugar adecuado para que Don Serapio se camuflara y esperara su ansiada presa, aunque esta vez la suerte le fallaría. Ya avanzado el medio día decide sacar su fiambre y comer, aprovechando que a esta hora los venados estarían sesteando por el fuerte sol. Le dio una palmadas al lomo de su perro y cariñosamente le dice “Amigo” vamos a comer, llego la hora de echarle algo a la panza… la tripas me crujen de hambre… su “Amigo” fiel, mueve la cola alegremente como si comprendiera lo que su amo le dice. Don Serapio busca un lugar cómodo para sentarse y descansar, saca de su alforja un mate repleto de chifles con cecina asada, comparten tranquilo y alegre con su fiel “Amigo”, no imaginando que sería la última vez que compartían juntos.
Cuando terminaron de almorzar Don Serapio se levantó y se dispuso a internarse en el chaparral, escondite que el mismo había preparado. La espera se hacía larga y la tarde empezaba a caer, cansado por el agobiante sol, le dice a su “Amigo” acariciándole: - Vaya vaya, Amigo que día, que malo este día, no es bueno para cazar, echémosle mejor regreso a la posada, mañana será otro día.
De pronto de un solo salto se puso de pie, grande fue su sorpresa al ver aparecer una enorme serpiente… pero la serpiente no era como las demás, esta era enorme y brillaba con el sol, al moverse entre el monte dejaba ver reflejos de luz dorada y al resbalar sobre las piedras dejaba un misterioso brillo sobre ellas…
Don Serapio estaba casi mudo, estaba asustado y temblando de miedo, sus ojos se abrieron como nunca y sentía que su sangre dejaba de correr, de pronto como por instinto sus manos empuñaron la escopeta y como un loco empieza a disparar sin poder pegarle ningún tiro, sus manos temblaban, no era como cuando cazaba venados y sus brazos empuñaban fuertemente la escopeta y no desperdiciaba ningún tiro, esta vez el pulso le fallaba hasta que se le agotaron sus fuerzas, se apoderó de él un miedo terrible y con su voz entrecortada empezó a gritar angustiosamente, su fiel “Amigo” que había permanecido nervioso ante la escena y al ver a su amo en peligro se abalanza contra el animal , demostrando su bravura de fiera salvaje y todo parecía que no permitiría que aquella bestia dañe a su amo. Don Serapio aterrorizado solo esperaba ver con angustia, como su inseparable amigo sería devorado por el terrible animal, pero asombrosamente esto no sucedió… al contrario, la serpiente en ningún momento atacó al animal y mas bien empezó a retroceder, deslizándose por los inmensos peñascos del cerro Pilan, el perro le siguió ladrando enfurecido, Don Serapio vio entonces que su perro desaparecía tras la enorme serpiente de oro… al rato y sobreponiéndose del gran susto, ya más calmado Don Serapio esperó a que su perro regresara, la tarde ya fenecía y la noche empezaba a caer, cansado de esperar decide regresar a su choza, con la esperanza de que seguro el perro ya había regresado tal vez por otro camino, al llegar se dio cuenta que no era como él pensaba, el perro no estaba por ningún lado, esa noche Don Serapio no pudo dormir, se daba vueltas y vueltas en su barbacoa de un lado a otro esperando ver llegar a su perro, le asaltaba el miedo y recordaba lo sucedido aquella tarde… ya casi amanecía y el perro nada de llegar, cuando por fin asomó el sol y al ver que su perro no volvía decidió ir a buscarlo…

Llego hasta el “jagüey”, que alegría sintió al ver a su perro, se acercó al él rápidamente llamándole ¡Amigo! ¡Amigo!, pero el perro ni siquiera le mueve la cola, cabizbajo le mas bien huye…Don Serapio hablándole con cariño le llama, lo trata de convencer inútilmente, le invita de comer de beber y nada, el perro más bien retrocedía, se mostraba muy extraño, temeroso, nervioso, era como si algo le impidiera acercarse…Don Serapio ni cuenta se dio que el día avanzaba el seguía empecinado a que su perro regresara con él, ni el hambre ni la sed impedían que el siga llamando a su perro, hasta que la noche empezaba a asomarse y con la tristeza que llenaba su alma decide regresar. Era su único compañero, su único “Amigo” fiel… trascurrían los días y nunca regresó su fiel amigo. Cuentan que después ya no lo veía al perro, solo escuchaba sus ladridos, a veces cerca, de veces más lejos, él lo buscaba entre los matorrales pero nunca lo alcanzaba a ver sin embargo si escuchaba los ladridos entre los peñascos, entre el monte, seguro fue el encanto del cerro Pilan, dicen que si no hubiera estado el perro, el cerro hubiera encantado a don Serapio y seguro le habrían escuchado gritar…

MORROPON: LA VENA DE ORO

“LA VENA DE ORO”
(LEYENDA)
Pedro Miguel Alvarado Merino
- Apúrate muchacha machona quiandas como una mesma loca agarrando flores de overal y silvando como la chisca por chisco....!arreya que yas la oración y el maldito Cura Cabeza Mocha empieza a charnos la sombra encima….
- Ay mama Chavela, siempre tu jodiendo el alma cuando mas contenta me pongo…
- Pero que no ves bandida, que ya cantó el chilalo y tuavía no podemos bajar del cerro conla lecha… ¡ándale pronto mujer, que no demoran en comienzar la conversación entre este encantao del cerro de la Cruz con el malerazo del Maray y el asesino del Pilán….
- Gua mi mama, como ella nua ido a la escuela de las letras de don Carmen, no saben que los cerros nunca jablan, que son mudos y que la crucecita del cerro la puso el cura para quitarle los encantos…
- Muchacha cojuda, como toavía estar creyendo en los maestros, creyes ques mentira… ¡anda, anda, vamos que ya se ven los faroles encendidos por el negro Cesario en el pueblo
- Gueno mama,vamos ya… peronome digas que los cerros van a blar, porque si no me quedo aunque seya solita solita pa’ oilos.
- Esas son mañas tuyas para quedarte con el zambo Zucumbo que te busca como perro enlunao…
- Mama, por la virgencita del Carmen, no meche guano, que ese zambo solo es guaraguas y nada más… nunca habla en serio…

Ya noche cuando a las faldas del cerro dela Cruz, madre e hija bajan con sendos tercios de leña y sostienen su diálogo de misterios, mañas y amoríos…

- Pero mama… con tu perdón, pero tu me dices si no sabes quien es mi taita…
- Te callas o te agarro a palos por faltarme el respeto y recordar al almita del marido queme dejó preñada por ir a la guerra con esos monos

Las nubes se han cargado y el trueno retumba: ¡broooooooooommmmmmmmmmmm¡
- Ves bandidaza por jablar mal de los encantaos cerros, te oyeron y empiezan a jablar muy juerte y agora que irán a decirse el Maray, este Cerro de la Cruz y el Pilán de lo que tu no les crees… ellos jablan por debajo de una vena de oro que es hilo brillante y así acuerdan sus trabajos pa’ todos los que vivimos en las Pampas de Moskalá… ¡Dios bendito que ni acuerden llevarte a sus barrigotas por estar dudando de ellos!.
- Jay mama, mi mamita, yo si quiero que me encanten y me lleven pa’ vivir es esos hermosos jardines que tienen en el centro de cada uno…

Están llegando a las primeras casitas de la calle de Los Ángeles, cuando la lluvia es torrencial y los truenos se han hecho más continuos y retumbantes.

- Ya vez bandida, ellos ya están jablando por su vena de oro y ojala que acuerden un buen marido pa’ vos ahora con la cosecha del arroz gallareta es gueno por crecedero y el agua pa’ los churritos nacidos
- ¿Qué mama… osté quiere un churrito nieto de mi?
- Ya calla el ocico y anda duerme pronto antes que te manden un rayo por trevida y alocada como urraca…
- Pero mama… si yo quiero hablar con ellos también por su vena de oro…
- Acuéstate, antes sacude los sacos y reza a San Brígido pa’ que te ayude bandida a ser mas quieta…

Persistente la lluvia y la tempestad, continuaron en toda la noche y el amanecer. Ña Chavela rendida por el duro trabajo del día quedó “seca”, bien dormida.
La moza aprovechó el sueño de la madre y arropada con suadero del burro blanco, salió de la choza y regresó a la falda del Cerro de la Cruz, donde el zambo Zucumbo la esperaba tiritando de frío con la ropa mojada y temblando de emoción al ver a su zamba Demetrio.
- Yo creyiba que tu mama Chavela teavía encerrao, justo cuando los cerros empezaron a jablar y a decirme que te espere aquí donde empezó a retumbar el trueno.
- Es que te querro mucho, mi zambo loco, y mi vena de oro, me dijo que tu eras mi dueño… cuando me salía cayadito, mi mama soñaba diciendo: - Curita cabeza mocha, corta esa vena de oro, por que la bandida de la Demetrio va a regresar a jablar con el carate . – Es quella se olvidó que:


La leyenda y el amor
en el pueblo no tienen fin
por ser de oro esa flor

hermosa como el jazmín.

MORROPON: EL CASERIO DE PIEDRA DEL TORO

EL CASERIO DE PIEDRA DEL TORO
(LEYENDA)
Roque Benavente Peña
Tiene un nombre diferente, algo extraño. Nadie sabe porque se quedó con este nombre. Ninguno de los que por ahí vivieron hubiera querido que se llamara así ese caserío, que ahora va creciendo como el verdor de los cerros en tiempo de lluvia.

Fue una noche del 22 de febrero del año 1982. Éramos un grupo de parientes, primos, hermanos, todos nietos del abuelito Miguel Peña Jiménez. Nos dirigimos a su casa. La llamaban “la casa de lo mayores”, nos reunimos para que nos contara la historia del nombre del caserío que tantas interrogantes nos producía.

Vivia desde sus años mozos en e este caserío el abuelito Miguel, en una chocita de palitos, hoy de adobe y tejas rojas, quebradas por el tiempo y las lluvias. Fue una de las primeras casitas que a la vera de la carretera iban creciendo, rodeada de vecinos, muchos de ellos descendientes o parientes de este tronco añoso que llegó a vivir noventa años y murió como los árboles, siempre pegado a su tierra, es atierra que defendió con bravura en tiempos de los gamonales. Rodeado de sus nietos e hijos saboreaba una taza de yerba luisa. Su frente se fijaba en el agujero del techo, que año tras año se iba haciendo claraboya. Calmado , pensativo, parecía trasportar su mente hacia tiempo pasados y revolvía la memoria. Aclaró su garganta gastada por los hechos con as hojas de tabaco que él mismo sembraba en su “rozo” con esas manos suyas llenas de tiempo y trabajo campesino.

Queríamos que empezara la historia. Ahítos de la espera nos acercamos a su calor de abuelo. Llamó a la mamá Juana, su compañera de toda la vida, para que le trajera la candela. Encendió el cigarro y con fruición dio la primera chupada y, mientras de su nariz salía el humo dio comienzo a su historia:

- Cuentan, queridos nietos, que todo empezó hace muchos, muchísimos años, cuando estos lugares eran gobernados por los gamonales, dueños de las haciendas cercanas. Una de ellas fue de Don Urpiano López, quedaba en al aparte baja o sea de la quebrada de Chililique para abajo, y la otra de don Castro, de la quebrada para arribita. Justo por esos tiempos llegó a estos lugares un señor de Jacanacas, cuyo nombre no recuerdo, en busca de trabajo, hombre enjuto y huesudo, alto, blanco, con una hija señorita muy hermosa de cabellos largos y amarillos como la paja de arroz. Don Castro no le dio trabajo y siguió al fundo de don Urpiano López. Este si lo ocupó como peón para labrar sus tierras y a su señorita hija, aun niña, para que pastara el ganado.

Hizo una pausa para chupar su cigarro y continuó.

- Cuentan también que don Urpiano no era un buen cristiano porque toda la fortuna que había cumulado fue conseguida a base de un pacto con el demonio, pacto firmado en la quebrada de Chililique con el “Chunún”, uno de los demonios más poderosos de la región. El pacto consistía en el “Chunún” le daría mucha fortuna a cambio de que don Urpiano, por una sola vez a l año, se convirtiera en cocha negra, de tetas muy grandes y filudos colmillos y fuera por la noche a la quebrada para los aquelarres del “Chunún”. La hija del peón, que le decían “la blanca”, todos los días pasteaba el ganado desde tempranas horas, por las tardes lo llevaba a tomar agua al río para luego retornar a la hacienda. Pero todo estaba escrito en lo apocalíptico de la vida y ello debía de cumplirse…

Fue así que un día sucedió, justo el día de la adoración al “Chunún”, a la niña “blanca” se le pierde un toro que se dispersó del rebaño y ella salió en su búsqueda.

El hacendado, ya convertido en cocha negra, va a cumplir lo pactado con el demonio y empieza su danza macabra de alabanza al son de una música infernal. Cuando la niña llegó ala quebrada en busca del toro, se llevó el susto más grande de su vida. Temerosa, se ocultó en un chopo desde donde podía ver muy bien la ceremonia macabra. El demonio “Chunún” estaba postrado en un higuerón, mientras la cocha negra danzaba a su alrededor, acompañada por muchos demonios, cachudos unos y otros lampiños. Una gran fogata que parecía consumir toda la cristalina agua de la quebrada se convertía en llamas que se elevaban y llegaban hasta el mismo trono del “Chunún”, quien danzaba en medio, macabra y cadenciosamente. De pronto el “Chunún” fijó sus ojos rojos y relampagueantes en la figura de la niña y poco a poco la fue envolviendo en una llama azulada. Dos de sus demonios la condujeron hasta el trono. Detrás de este pastaba el toro perdido e igualmente hechizado. El “Chunún” la hizo su esposa y desde entonces, todas las noches de luna llena, se ve a la hermosa mujer de largos cabellos rubios que cubren su rostro y cuerpo totalmente desnudo; y a su lado un gigantesco toro negro azabache en cuyas ancas escapa cada vez que la miran. Muchas fueron las personas que la vieron bañarse en las lagunas del río La Gallega, en noches de luna llena, cantando tristes melodías.
La noticia de la “Chununa diablesca”, rubia reina de la quebrada, llegó hasta Piura. Lo cierto es que un día pasó por aquí una caravana de frailes y juntaron a los que por ahí vivían. Este grupo de personas, todos armados de cristos, cruces, santos y rosarios, exorcizaron al alma maligna que por ahí rondaba. Fue así que un 24 de diciembre de 1921, en acción ya prevista por los frailes pollerudos, esperaron la noche de luna llena y se trasladaron a la quebrada. Iban cantando canciones mágicas de plenilunio y otras músicas de santos, gritando salves y aleluyas y orando mucho. Todos parecían estar seguros de acabar con la diableza, pero en el fondo todos llevan la señal de la muerte en sus frentes. Una vez que el grupo llegó a la quebrada, estuvo largo rato esperando a la pequeña diablita rubia, en el momento que se disponían a regresar, apareció montada en su toro negro azabache, justo debajo de la piedra en que estaban sentados. Al presenciar esta mágica escena, muchos del grupo cayeron desmayados y echando espuma por la boca. Cuentan que en el momento que la diableza iba a escapar al galope, montada en su toro negro, el Párroco don Manuel echó la jarra de agua bendita en la cabeza del toro.
El resto de gentes, ya repuestas del susto, aprovecharon el desconcierto del hechizo y le arrojaron rosarios y cruces. Un rosario se engarzó en el cacho derecho del toro negro. En ese momento parecía retumbar la tierra. Los gritos de la “Chununa” se confundían con las baladas del toro y la música infernal y los aleluyas, mientras que la voz del “Chunún” emanaba de la quebrada. Poco a poco se fue tornando roja la mirada de la diableza, brillaban sus colmillos de rabia, Al mismo tiempo el toro se iba envolviendo en llamas y empezó a correr en dirección al caserío, las llamas ya habían hecho presa de los demonios. El toro ya no pudo correr más y, cayendo a la entrada del pueblito, se convirtió en un gran hoguera que todos trataban de apagar con baldes de agua bendita. A medida que las llamas iban cediendo quedó un gigantesco trozo de carbón, este quedó convertido en una enorme piedra con la figura bien grabada del toro.
Por esta diabólica piedra se le conoce a este caserío como “La Piedra del Toro”.
Y los nietos preguntamos:
- ¿Y la diableza abuelito?
Respondió

- Ese es otro cuento
Uno de nosotros dijo:
- Que lastima, no alcanzamos a ver a la diablita blanca, rubia y de largos cabellos.
Este caserío queda a seis kilómetros de la carretera Morropón- Chalaco. Pero lo mas curioso es que cuando el gobierno mandó a construir la carretera, por donde esta la piedra con la figura del toro, ni siquiera, dicen pudo hacerla volar la dinamita.
Han pasado muchos años, como dijo el abuelo y aún se conserva la figura en dicha piedra. Muchos aseguran que debajo de ella hay un gran tesoro.

- Por favor, no la vayan a destruir… y a lo mejor ni se deja.

HUANCABAMBA : La ciudad encantada de Huancabamba

Por las serranías de Piura (al norte del Perú) en alguna fecha del año hay una ciudad que súbitamente aparece, y de pronto por motivos que se desconoce, se oculta ante los asustados ojos de los viajeros que pasan por la zona, quienes la conocen con el nombre de "La ciudad encantada de Huancabamba"
Sabido es que el Inca mandó construir en esa región una fortaleza y un templo de las vírgenes escogidas. El nuevo culto que impuso prohibía los sacrificios humanos (Capacocha).
Hasta hoy día se puede ver los restos de la ciudad incaica. Las ruinas muestran lo que allí existió: el esplendor olvidado.
Vetustos templos cubiertos de maleza, una pucará o fortaleza que se extiende por la lluviosa selva con grandes muros de más de tres metros de altura, además de plazas, palacios...
Nada de eso se compara, sin embargo, con lo que, temblando de susto, refieren los que pasan por allí y cuentan los relatos del Negro. (El Negro es el diablo, el andarín, explican las gentes del lugar).
Cuando este brujo aparece en Huancabamba causa la intranquilidad entre los indios, quienes siguen sus pasos en pos de algún extraño acontecimiento. La ciudad mágica surge en la imaginación de los pobladores como una fuente, como un torbellino, como el arco iris... y el miedo se convierte en alegría.
Un día el negro desaparece por las cuevas en el cerro Pariaqaqa para reaparecer un año después al lado del cerro Chite.
-"Hay pocos lugares como éste", dijo, cuando, acosado de preguntas el Negro relata su hallazgo: ¡Mírenla! Estaba paseando en la ciudad incaica de Huancabamba, encantada en el cerro Pariaqaqa. Había recorrido imponentes edificios de piedra, templos de Sol, palacio del Inca, todo reluciente de oro; una bella laguna con balsas y canoas y la ciudad rodeada de hermosa campiña y tierras fértiles...
El negro contó que el encantamiento de la ciudad se efectuó cuando llegó el Rey Blanco que se posesionó de la cima de Guitiligún. Cayó una flecha en el corazón del Inca y al clamar éste venganza al Sol, arrancó de su cuerpo la flecha y la tiró sobre su pueblo, quedando así cautiva Huancabamba en el cerro Pariaqaqa...
-... El Rey Blanco quedó convertido en la laguna invisible del cerro Guitiligún y sus soldados se transformaron en peces (terminó de contar el Negro, enseguida hizo el siguiente comentario):
-Quizá esta ciudad se hace invisible debido a la codicia de ciertos hombres que causaron mucho daño a los indios del lugar...

Al escuchar los relatos del Negro las gentes creen oír el canto de las sirenas de la laguna encantada. Algunos curiosos comentan: - ¡Me gustaría ver las sirenas!
-No quisieras verlas amigo -replica el Negro con malicia en la mirada-, sus voces nos llaman con palabras tan dulces y no tienes fuerza para dejar de oírlas...¡Podrían encantarte! y si eso sucediera te llevarían a vivir en sus pukarás y templos de oro y nunca más volverían a verte...

Diciendo esto el Negro echó a andar y desapareció. ¿Hasta cuándo será? Nadie lo sabe.

LEYENDA: La Leyenda del Tampu Leroc

Por los años de 1360 después del diluvio y del tremendo maremoto que azotó las costas étnicas hasta Ferreñafe, llegó al valle con tremendo séquito de "gentiles" (ejército real) luego de haber sometido tras cuenta y larga guerra a los Chimú, el Inca Pachacutec, con tanto estrépito que hubo temor ante el retumbar del Pututo y de los tambores multitudinarios.
Se dice que los Curacas étnicos Menón, Melén, Ñapicca, Colpawal, Mecca Amo y otros concentraron a sus súbditos en este antiquísimo pueblo para tomar medidas urgentes en la creencia de que venían en pos de guerra, pero luego se enteraron que era un Rey del Cuzco, poderoso e invencible que lejos de buscar la destrucción, traía un mensaje paternal de ayuda, de enseñanza y de transformación social. Es entonces que los curacas avisaron a los "gentiles" (chasquis) que el pueblo rogaba al Monarca acercarse sin tregua para rendirle homenaje de sometimiento y obediencia. De este modo, estando el Inca entre nosotros, fueron celebradas fiestas con ritos étnicos que duraron hasta días después que el Inca abandonó la comarca prosiguiendo su marcha al norte.
De aquí que se atribuye a este Inca y no a Huayna Cápac, a su paso por el norte, el haber dado orden para su construcción de un TAMPU LEROCC en nuestros despoblados, porque el existente que conoció a su paso y cuyas ruinas se conocen como el "Tambo Colorado" era de dimensiones estrechas e incómodo para albergar tropas reales. Agrega la tradición que el Inca se hospedo en el Tambo Real que ya existía donde, sobre sus cimientos se construyó siglos después la casa parroquial durante el Virreynato. En este Tambo CELEBRABAN REUNIONES LOS GRANDES CURACAS ETNICOS. Que en el inicio de la conquista Española sirvió también de hospedaje a VACA DE CASTRO y al Pacificador LA GASCA, así como otros grandes personajes de la colonia que tenían hacer jornada obligatoria en Ccatacc Ccaos dado que Piura la actual, no existía por entonces. EL TAMBOLERO COLORADO, llamado así por el color de las arenas que lo circundan, solo era un simple hospicio de los caminantes. Sus dimensiones repito, eran estrechas. Se ubica a tres leguas al este de Sinchao, aproximadamente. Como no convenía para albergue de un ejército real, los estrategas étnicos dispusieron la construcción de lo ordenado, a una legua al norte del primero en el lugar donde ,hoy por sus ruinas sirven para el mito del TAMPU LEROCC, fantasía inventada por nuestro aborígenes que perdura a través del tiempo.

Y Para abundar algo más en el recuerdo de lo escuche hace más de medio siglo cuando ya había cierto uso de razón era que el TAMPU LEROCC, se edificó bastante suntuoso ante la promesa del Restaurador, que ofreció volver para estrenarlo, circunstancia que no cumplió y que más bien se tuvo noticias que el retorno al Sur lo hizo por las sierras de Huanca Pampa, causando descontento, porque se creyó un desaire el cambio de ruta. Los étnicos fieles a sus costumbres, habían preparado fastuosas fiestas para rendirle honores y agasajos. Incluso depositaron valiosos regalos en el TAMPU LEROCC, tanto de oro, como de plata, para darlos como presente al Inca, los mismos que abandonaron en los depósitos para algún día de una nueva visita que nunca más se produjo, pero que tales obsequios fueron dejados como cosa recibida.


Confirma también la tradición citada, el hecho de que entre las muchas doncellas que estuvieron para servir al Inca durante su estadía hubo una bellísima étnica que tuvo el privilegio de ganarse la simpatía del Monarca, quien llego hasta cortejarla. Que esta guapa "palla" se consideró atraída por las miradas del Inka, de quien se enamoró inocentemente .Que obsesionada por este amor imposible ,se convirtió voluntariamente y ciegamente en permanente custodiadora del tesoro que para su amado Rey se acumuló en el TAMPU LEROCC. Quién tomo el TAMPU LEROCC por domicilio y que allí fue vista hasta envejecer. El ósculo del amor había traspasado su corazón que los males de este sentimiento profundo y vanidoso le alejaron de su gleba para contraerse sólo al sacrificio de vivir alejada de este mundo en pos de una espera imposible e interminable. Allí se dice que murió y que más tarde, con el correr del tiempo, su espíritu salió hecho sombra, para popular sobre sobre los vientos y sobre las dunas, que poco a poco fueron sepultando al TAMPU LEROCC hasta que las generaciones lo convirtieron en mito. Es así que se dice que la "Vieja Capusona" que "espanta" a los caminantes que se "traga" al ganado que se "come" a la gente, que sale al mediodía en pleno sol ardiente sobre las dunas, no es otra cosa que aquella "Palla bellísima" que un día se enamoró nada menos que de un Inca poderoso.

LEYENDA: EL SALVE DE LAS VACAS

por DILÚ (DIANA LUCÍA LIVIAPOMA VÁSQUEZ)

Mi papá nació y vivió toda su niñez y parte de su juventud en la serranía de Piura. Algunas veces un amigo de la familia que era del pueblo de Joras iba a visitarlos y les contaba una serie de historias terroríficas que hasta ahora algunos creen que pudieron haber sucedido en verdad. Una de estas es la que a continuación les presento:

LA SALVE DE LAS VACAS
Se dice que en un poblado de Piura habían dos amigos. Uno de ellos quería llevar una serenata a una muchacha que le gustaba, entonces convenció a su amigo de que lo acompañase con la guitarra. Pocos días antes de la cita concertada, el amigo guitarrista sufrió un accidente y murió, sin que el otro compañero se enterara de lo acontecido. Cuando llegó el día de la serenata, el joven muy entusiasmado se dirigió al lugar en donde había quedado encontrase con su amigo, pero pasó largo rato sin que este llegara por tanto decidió marcharse. Mientras caminaba de repente escuchó la voz de su amigo que le decía: ¡Espéeeeeeerameeeeeeee, no te vayaaaaaaaas!, ¡espéeeeeerameeee! Al oír la voz se volteó para ver a su amigo, pero por más esfuerzo que hacía y por más que lo esperaba, este no llegaba. Justo cuando re emprendió su caminata nuevamente unos gritos lastimeros lo alertaron: ¡no te vaaaaayaaaaaaaas! ¡espéeeeeerameeeee! El joven esta vez se dio cuenta de que algo sobrenatural estaba pasando y que lo mejor que podría hacer en esos momentos era esconderse puesto que el que lo llamaba no podía ser su amigo sino el mismo demonio. Entonces corrió lo más que pudo hasta hallar una pequeña cueva en donde esconderse y aún desde ahí podía escuchar que le gritaban, como tenía mucho miedo lo único que se le ocurrió fue rezar una oración que de pequeño le habían enseñado y que se llamaba LA SALVE DE LAS VACAS y que dice así:

Salió un pobre una mañana
a casa de un rico fue
el rico que lo vio
se hizo el que le sonrió
dijo:
Niño, no eres tan muchacho
de tanta tierna edad
porque no aprendes un oficio
y te pones a trabajar
el demonio está más malo
que no tiene mejoría
que hasta el cuerpo le tiembla
diciendo Ave María.

Y a penas terminó de decir Ave María, la voz lastimera que lo llamaba se calló.

A la mañana siguiente, el joven aún no recuperado del gran susto de la noche anterior se dirigió de regreso a su pueblo en donde se enteró que su amigo había muerto varios días antes y de que el que lo había llamado de seguro había sido el diablo que quería llevárselo al infierno. Desde ese día es costumbre en los jóvenes piuranos rezar siempre la salve de las vacas cuando creen sentirse en peligro del maligno.

LEYENDA DE FRÍAS: Los adagios del mítico Chupicarume

Cuentan los mayores que hace muchos años atrás vivía un señor llamado Pedro Quiterio, a quien le contaron esta fantástica historia .Hace mucho tiempo hubo un singular personaje que respondía al nombre de Natividad Retete Quispe, quién se asentó con su familia en un sitio denominado Japaz, lugar ubicado a un costado del camino por donde se pasaba a la comunidad de Parihuanás. La gente no sabía de donde procedía aquel extraño hombre, algunos especulaban que había venido de Salvia, lugar perteneciente al Distrito de Lagunas y otros decían que era de un lugar llamado Pedregal de Pacaipampa, pero lo cierto es que nadie logró determinar a ciencia cierta el lugar de procedencia de éste forastero. Este hombre era muy trabajador, pero mantenía una mirada triste y penetrante. Él vivía con sus cinco hijos, cuatro hombres y una mujer, cuyas edades oscilaban entre los 16 y 11 años, la menor de la familia era una niña muy bonita, fina y delicada, mientras que la esposa del misterioso forastero era una mujer de finas facciones, muy buena, trabajadora y comprensiva. Este misterioso forastero vivía en una casa de campo la cual tenía una huerta pequeña de media hectárea, en la cual solamente tenía plantaciones de guineo, no siendo suficiente para mantener y alimentar a su familia. Un día este forastero muy preocupado tubo noticias que en la loma de Chupicarume vivía un “curioso” que adivinaba la suerte. Sin perdida de tiempo este señor se fue a aquel lugar y efectivamente encontró al adivino el cual, después de dialogar mucho, éste le dijo: ¡Querido amigo Natividad Retete Quispe te voy a decir dos adagios: ¡Cuando Dios quiere a la casa a de llegar! y ¡Lo del agua al agua!
El forastero confundido sin pedir explicación alguna se fue de regreso a su casa, pero cuando volvió a su hogar, sus vecinos terminaron por confundirlo aún más, al mirar con malos ojos los viajes que hacía, para ellos era un mal comportamiento dejar sola a su familia por mucho tiempo.
Natividad, aburrido de la situación decidió un buen día alejarse de Japaz abandonando todo y salió a buscar mejor suerte en otros lares. Y es así como llego a Chililique, lugar ubicado entre los linderos de Chulucanas y Frías, donde se dedicó a ser peón de una chacra en la que le pagaban algo que servía para mantener a su familia, pero a su mente siempre llegaba el recuerdo de aquellas palabras que le había dicho el adivino de Chupicarume.
Días de trabajo fuerte, no doblegaban ni amilanaban a Natividad. En una tarde de faena incansable, la suerte le llega a aquel desdichado hombre, cuando en una esquina de la chacra al dar un lampazo en unas malas hierbas, se levanta un guijarro dejándolo ver claramente la tapa de una olla de barro, la que al destaparla estaba llena de monedas de oro y joyas preciosas .
Los demás peones que estaban un poco lejos miraban atentos a Natividad el cual demostraba nerviosismo , este hombre astutamente urdió una mentira y expresó que en ese lugar habían muchas avispas alrededor de una colmena al tiempo que se retiraba tapándose la cabeza con los brazos en señal de protección, visto esto la peonada no se atrevió a acercarse. Natividad, en compañía de sus hijos varones, esperó y aprovechó la noche para recoger el tesoro encontrado. Con el producto de su hallazgo compró una linda casa con chacra incluida la cual tenía mucha agua, la otra mitad del tesoro lo guardó en secreto para usarlo cuando esté anciano En su recuerdo volvían los presagios del Mítico Chupicarume, así de esta manera comprobó que se había cumplido el primer adagio cambiando su suerte por completo, como lo dijo el adivino.

Paso el tiempo y los hijos varones se marcharon formando nuevas familias, quedando en casa solo la hija mujer, la cual se enamoró y se casó, pero siguió viviendo en la casa de su padre. Un día de aquellos, el yerno de natividad llegó a ubicar el resto del tesoro, se lo robó, lo malgastó en vicios y en cosas vanas, quedando después de un corto tiempo nuestro amigo Natividad en la miseria, cumpliéndole Allí el segundo adagio. ¡Lo del agua al agua!

LEYENDA DE FRIAS: ¡ Hay Cucos malos!

Allá por los años 1883, cuando los chilenos invadieron la serranía de Piura al mando del general Torres, el cual era un jefe déspota y sin sentimientos hacía los que se antojaba a todo pueblo que entraba, pedía despotamente que le sacrificarán algún animal para calmar el hambre de él y sus soldados, en otros casos para satisfacer sus institos varoniles, agarraba a la fuerza a cual mujer se le presentaba .Las tropas que iban en busca de cupos de guerra no les interesaba el sufrimiento que causaban. La gente de Frías ya habían tenido noticias que por la zona de Santo Domingo y Chalaco valientes hombres se habían enfrentado quedando muchas bajas en ambas partes, los Chalaqueños habían luchado fuertemente en la famosa “quebrada de la guerra”, de la cual había salido airosos, haciendo temblar a las tropas sureñas.
Los fríanos al mando de Don Lorenzo Córdova Mejía habían formado las famosas “montoneras” , que con hondas, machetes, palanas, chavetas, incluso algunos con armas de fuego se atrincheraron estratégicamente en las faldas de los cerros de Mastrante, letreros y Yapiay, lugares ubicados a pocos minutos del pueblo de Frías. Junto con otros hombres se alistaron para el combate como don Ricardo Alvarado, Zoilo Castillo, Santos Jara Sebastián Siancas, y su esposa Gertrudis Erazo, Manuel Monje, Parcemón Aguilar, Plácido Córdova, Marcos García, Manuel Berrú, Juan Campos Córdova, y su hermano de madre Pilar Julca Córdova y muchos otros hombres valientes. Los valerosos hombres hicieron retroceder a los invasores.
Airado por el revés sufrido, el coronel Carvallo, dispuso un destacamento de 300 efectivos de infantería y caballería, al mando del capitán Torres, partieron a someter a los valientes fríanos. Ante las fuerzas superiores a sus efectivos, los fríanos se retiraron al interior de sus montañas permaneciendo en el pueblo un reducido grupo de habitantes.
Sin resistencia alguna, el 30 de setiembre de 1883, el comandante Torres y sus soldados ingresaron al pueblo, lo saquearon, no respetaron ni siquiera la iglesia, a los hombres y mujeres que permanecieron en él los sometieron a humillaciones vergonzosas. Cuenta la tradición que don Sebastián Siancas fue hecho prisionero y que un día en que su esposa se dirigía a la iglesia para verlo, fue hecha prisionera y llevada ante un oficial chileno para ser ultrajada. Ante este hecho la señora Gertrudis llena de ira, aplica una certera puñalada en el abdomen del oficial, quien muere en el acto; los chilenos como represalia, fusilan en la puerta de la iglesia a don Sebastián Siancas y a su esposa.
Todavía cuentan que un señor de apellido Vaca, por temor a que fuera apresado, se había escondido en el templo del pueblo, detrás del altar mayor donde se encontraba la imagen del patrón San Andrés, cuando un soldado chileno se dirigía a profanar la “Custodia” de oro y otros objetos de valor, no pudieron por lo que el temeroso señor se puso muy nerviosos al pensar que alguna cosa mala le pasaría y el altar empezó a moverse, el chileno al ver esto dijo: -¡Dios está molesto, no hagamos esto¡ ¡Hay cucos malos! Y es así que se libro la custodia y el humilde señor Vaca.
Versiones que se han trasmitido de manera oral dicen que después de mucho tiempo los chilenos se retiraron del pueblo San Andrés de Frías y en el trayecto a la ciudad de Chulucanas una familia de apellido Palacios, que se dedicaba a la venta de chicha de jora, había preparado un poco de bebida con veneno la cual les dio de beber a los chilenos y para que no sospechen ellos también bebieron, muriendo así los invasores y la familia Palacios. Aun son recordados por su gran sacrificio y hazaña en honor a su patria el Perú.


Recopilador: Profesor José Cosmer Sánchez Troncos.